Para el pensamiento ancestral indígena la base de la conservación ambiental es la relación que se teje entre el hombre y su entorno, se trata de una relación de unidad en donde cada uno de sus elementos está vivo, tiene una función, un espíritu y es por lo tanto sagrada. La ley de origen es lo que ordena el mundo de manera natural, esta ley ordena a los individuos, el territorio, los espacio y los tiempos que regulan la relación del hombre con el espacio. El equilibrio se consigue, a través del “pagamento”, realizando ofrendas a los lugares sagrados para devolver a la tierra lo que se ha obtenido de ella en un ejercicio de reciprocidad, gratitud y reconocimiento.
Para muchos pueblos originarios, este orden se establece en la base de toda la creación, ya que existe un principio femenino y masculino en todo territorio que garantiza la permanencia de la vida en el planeta. El principio femenino es la energía receptora capaz de acoger la germinación de cualquier forma de vida, es el principio creador, conectando y manteniendo todo en relación armónica entre sí. Para nuestros antepasados, la tierra oscura, húmeda y fértil era el receptáculo sagrado que acogía la regeneración de la vida y se rendía culto en lugares donde brota y nace el agua que alimentaba arroyos, ríos y lagos.
El Mar es la fuente de origen y destino, el lugar a dónde regresaban todas las aguas y de donde nacen también. El agua se convierte en un canal de comunicación y conexión de todos los que habitan el espacio aportando relación, fluidez, calma y conciencia.
El principio masculino es la búsqueda de expansión hacia lo que está más allá, energía catalizadora que enciende el fuego sagrado de la vida. En las cosmovisiones indígenas, este principio creador es tradicionalmente representado por el sol y la fuerza de los rayos en las tormentas, por eso el lugar de culto y ritual se realizaba en los picos de las montañas donde se podía catalizar mejor la energía de las alturas. Los espacios altos, picos y montañas aportan visión, energía, fuerza para el desarrollo y sustento del espacio y sus habitantes de forma armónica, sostenible y respetuosa.
Concebir el lugar como una relación sagrada en la unión de estas dos fuerzas, nos permite ver más allá del simple uso o consumo del espacio para un beneficio individual, consagrarlo significa un dar y un recibir con el fin de aprovechar mejor los recursos que este nos ofrece de manera integral, respetando sus formas y lenguajes propios.
⭐Celebrar los equinoccios y solsticios del año de forma sagrada recorriendo lugares de gran poder energético que nos permitan honrar y agradecer los cambios y aprendizajes de nuestro propio camino.
⭐Realizar un seguimiento y una limpieza mental, física y energética a nuestra propia vida para soltar en cada paso lo que no corresponde y realizar nuevas siembras.
⭐Recorrer los espacios internos a través del recorrido externo es la forma de conectar con un propósito autentico y recuperar la conciencia de Unidad.
⭐Recordar el valor que tiene el caminar el territorio como forma de reconocimiento, agradecimiento y ofrenda por todo lo recibido.
⭐Conectar con otros y tener una maravillosa experiencia de gozo y reconexión en un lugar de poder.