
Así nos dejamos llevar de la mano del Buda, quién nos invita a retomar el lenguaje del cuerpo como mayor forma de comunicación
La primera parada obligatoria para todo aquel que visita Asia por primera vez, crea en Dios o no, sea Budista o no, sepa meditar o no, es recorrer algún templo Budista, pues es imposible ignorarlos, tal es su presencia, fuerza de atracción y belleza en cada esquina de cada gran ciudad y cada pueblo por pequeño que sea. En Asia, siempre encontrarás la imagen del Buda en sus múltiples formas, tamaños, colores, materiales y posturas que se expresan a través del lenguaje de las manos. En la tradición Budista, cada posición representa un Mudra y refleja la actitud mental del Buda. A continuación les compartimos todo lo que nos va dejando el lenguaje de las manos, más allá de los mudras a lo largo del camino.
Existen cinco mudras principales que reflejan cinco situaciones mentales.
1. La postura de Meditación tradicional (El Dhyana Mudra) representa la fuerza para alcanzar la iluminación a través de la práctica. En esta postura la mano derecha, que contiene las energía masculina, reposa sobre la mano izquierda, que contiene la energía femenina.
2. En el varada mudra, la mano izquierda permanece hacia arriba sobre el regazo, en posición de recibir mientras que la mano derecha desciende señalando el suelo con la palma hacia afuera. Representa la generosidad, la actitud de ofrecer, de dar.
3. En el abhaya mudra la mano derecha se eleva , los dedos se abren y la palma de la mano se coloca hacia afuera. La mano izquierda permanece en la misma posición. Representa la ausencia de miedo y la protección.
4. En el vitarka mudra el dedo pulgar de la mano derecha se cierra en círculo con el dedo índice , tocándose con las yemas. La mano izquierda puede permanecer en la misma posición sobre el regazo o tocar con el dedo índice la mano derecha. Es la sabiduría, el conocimiento y el ciclo de la vida, el camino del medio que solo se rompe ante la ausencia de equilibrio.
5. En el bhumispara mudra, la mano derecha con el dorso hacia delante desciende con los dedos extendidos hasta tocar el suelo, mientras la mano izquierda permanece en la misma posición. Este mudra simboliza el poder de la tierra , la resistencia a la tentación, el permanecer imperturbable.
Los mudras son herramientas poderosas de meditación, ayudan a la vez a centrarnos en la postura y por tanto a mantener la concentración. Sirven de reflejo de nuestros propios pensamientos. Pues relajar la postura indica que nos hemos desconcentrado y por tanto nos sirve de ancla para volver al cuerpo.
Así nos dejamos llevar de la mano del Buda, quién nos invita a retomar el lenguaje del cuerpo como mayor forma de comunicación. Más allá de las palabras que forman historias, encontramos manos que reflejan y expresan la Vida en esos grandes momentos de acción cotidiana que muchas veces nuestros ojos no ven, por justamente ser tan habituales.
Desde esta mirada vemos en lo pequeño lo grande, en lo cotidiano lo inesperado, en el cuerpo la mejor expresión del silencio y en las manos la generosidad del lenguaje hecho acción, hecho conciencia.
Y si pusiéramos más conciencia, más observación a lo que expresan nuestras manos, al uso que hacemos de ellas, al cuidado que les damos, a nuestra capacidad de dar pero también de recibir o de pedir ayuda. Alguna vez te has preguntado qué tanto ofrecemos nuestras manos a otros? Que tanto aceptamos las manos de otros?
De la Mano del Buda aprendí cuán importante es dejarse llevar por esas manos que aparecen en medio del camino para abrir una puerta e invitarnos a entrar, para enseñarnos la expresiòn de lo sutil, de lo erótico, de lo divino. Para hablarnos del cuidado y del amor de un padre sosteniendo en sus brazos a su hijo, para recordarnos el valor del juego, la risa y la sorpresa.
Así encontramos en el camino diversidad de momentos hechos vida, manos que nos permiten comunicar junto con la sonrisa en lugares en donde se hace necesario hablar desde otro lugar pues es el único medio de hacerse entender y entender al otro. Con las manos podemos saludar o decir adiós, decir nuestro nombre y preguntar el del otro, pedir la cuenta en el restaurante, agradecer desde el corazón o decir que todo va bien o que al contrario hay algo que nos disgusta, señalar algo admirable o seguir las instrucciones de alguien que nos señala el camino, seguir el dedo que indica la ruta en el mapa, levantar una copa para brindar, indicar que queremos comer o beber algo, negociar el precio de cualquier objeto escribiendo cifras o númerando con los dedos, hacer parar un bus o un taxi en medio del camino. Todos estos ejemplos son parte de un lenguaje universal que nos permite comprendernos sin palabras y que a veces expresan mucho más.
Por el camino encontramos manos que rezan, que se juntan palma con palma para concentrar la fuerza del corazón en oración.
Admiramos la capacidad de creación de las manos que crean, tejen y fabrican.
Nos deleitamos con la sutilidad de las Manos que bailan para contar historias y expresar poesía.
Nos divertimos con las Manos que juegan y nos invitan a dejar volar nuestra imaginación.
Honramos la sabiduría detrás de una sonrisa oculta
Agradecemos a esas Manos que capturan momentos únicos, un encuentro inesperado en medio de un puente para por qué no tomar un foto de manos femeninas posando.
Admiramos y honramos a todas las Manos que en el camino nos han dado alimento y abrigo, a quienes nos han enseñado mano a mano a descubrir los mejores ingredientes y formas de prepararlos para deleitar nuestro paladar.
A las manos que nos han sostenido, cocinado y nutrido, masajeado, consentido, cuidado, enseñado, señalado, saludado y despedido, a las que nos abren las puertas y nos guían, a las que a veces no nos dejan entrar y nos regañan con el dedo, a quienes ofrecen y piden, a quienes nos han transportado por aire, tierra, mares y ríos, a quienes se acercan para intercambiar y compartir, a todas y cada una de estas manos GRACIAS por todo lo que han dejado ya marcado para siempre en nuestro corazón aventurero.
Agradezco en especial a esas Manos que comparten el camino, que celebran y descubren la fuerza y el poder de andar juntas. Gracias a mi mejor Mano Amiga en este inicio de viaje a lo largo de los últimos tres meses. Dedico estas palabras e imágenes a Marine, agradeciendo por lo aprendido y compartido, por ser apoyo, complemento, reflejo, maestra y guía. Por acompañar y nutrir este viaje con amor, paciencia y mucho sentido del humor. Por recordarme el poder, la dificultad y la belleza que hay en cada compartir, en el andar de a dos y en la posibilidad de cocrear y construir con el otro y con su diferencia. Gracias por tener siempre una solución a la Mano y por también dejarte llevar cuando no la había.
Ho Chi Minh, Vietnam 26 de Marzo 2017